Goetia
2009-03-30 13:48:47 UTC
¿Cómo se obtiene esta Gran Luz? Siempre se ha hablado de ella en
Masonería. Para hallarla, el masón ha de diseccionarse, muy dentro de
sí mismo. Tal es, en resumen, la substancia de cuanta enseñanza trata
acerca de ella
El Universo para el masón no es únicamente aquello que nos muestran
los cinco sentidos. No únicamente la
mera escena exterior. En realidad, jamás es únicamente la escena
exterior,
sino que siempre
constituye la combinación de uno mismo con ella. No es la mera
percepción de los cinco sentidos,
de este duro mundo de la tierra, de aquel distante punto de luz en el
espacio, sino la
percepción de ideas, la captación de verdades, el darse cuenta de
significados, el ver las cosas
más familiares bajo una nueva luz, el intuir su esencia, el
experimentar sufrimiento y regocijo.
Se nos da como regalo del cielo y también como un hecho terrenal. En
su escala más
grande yace más allá
del dominio de los sentidos y se le puede discernir tan sólo
interiormente, por medio de la
comprensión.
Puede, de pronto al iniciarse masón , abrirse en el corazón o en la
mente un reino de experiencia interior
que no corresponde al mundo exterior, pero que puede interpretarlo.
Entonces nos baña la Gran Luz
de la comprensión. Luz sin falsedades, experiencia pura, luminosidad
sin sombra en la que se
desvanece la dureza del propio ser. Y vemos con la autoridad
intelectual que nos
da el significado.
Palpamos, pero sin aquel sentido de separación que el contacto físico
nos da inevitablemente.
Sentirnos en profundidad sin hablar con nosotros mismos, libres del
espejo de la personalidad
superficial. Cada experiencia de esa Gran Luz que nos crea
profundamente. Esa Gran Luz creadora que
transforma el significado de todas las cosas y que el hombre ha
buscado desde el comienzo
del tiempo. esa Gran Luz que a nadie puede engañar. Significado que
nos muestra lo que
siempre hemos sabido, pero que jamás hemos tenido la fuerza de
recordarlo. No sólo nos
sentimos creados por cada experiencia de esa Gran Luz, sino que
decimos que ella es lo que hemos
buscado siempre: este significado, esta realidad, esta dicha mal
interpretada al buscarla en mil
direcciones físicas e inútiles. Esto es lo que todos deseamos y que
la
luz externa del mundo
pretende ofrecemos, pero que jamás da. La unión que se percibe es, en
verdad, unión, la idea
oculta tras nuestras extrañas vidas de búsqueda, de nuestras vidas
incompletas.
¿Cómo se obtiene esta Gran Luz?
¿Cómo lograr esa unión con el significado?
¿A través de qué
brilla?
¿Dónde hemos de hundir el bisturí para abrirle paso?
Siempre se ha hablado de ella en Masonería. Para hallarla, el masón
ha
de diseccionarse, muy dentro de sí mismo. Tal es, en resumen, la
substancia de cuanta enseñanza trata acerca de ella. Y el hombre no
podrá hacerlo, a menos
que comience a verse a sí mismo directamente, como un nuevo
acontecimiento, como
el suceso diario de
sí mismo; sin analizarse, sin criticarse, ni como motivo de
palabrería. Esta calidad de
conciencia que conduce a la región por la que se recibe el
significado, no es la conciencia que
de ordinario tenemos. Muchas son las cosas que nos entorpecen el
camino. Primero, la fuerza
de la imaginación que nos extravía. Imaginamos que esa Gran Luz ya
la
tenemos. La
suposición imaginativa es el material psíquico con
el que puede fabricarse cualquier sustituto de la realidad. Es la
fuerza negativa más poderosa de la
vida. Luego, hemos de practicar constantemente el proceso en que la
conciencia se usa como
bisturí de disección. Y esto requiere un esfuerzo que no se precisa
para la vida en el mundo.
Por eso olvidamos con facilidad y no mantenemos vivo lo comenzado en
la empresa.
Pero, antes de que semejante cosa nos sea posible, es preciso que se
sienta la realidad de un
aspecto interno del Universo y que se sepa que este aspecto se capta
sólo a través de los
sentidos internos.
Es preciso darse cuenta de que uno vive profanamente volcado hacia
fuera, en un mundo
de efectos cuyas causas ocultas conducen a misterios más allá de la
capacidad humana de
solucionarlos.
También se ha de dar cuenta el hombre de que lleva en sí mismo
estados que le
son totalmente desconocidos.
Cuando vive bajo el dominio de los sentidos, el hombre está al revés.
Piensa que el sentido precede a la mente. Y entonces nada de lo
interior puede pertenecerle
porque ha invertido el orden natural. En última instancia, tratará
con
todo por medio de la
violencia. Pues si se toma el objeto sensorio como la ubérrima y
suprema realidad, se le puede
aplastar, dañar, violar o matar. Por este motivo es que,
psicológicamente, el materialismo es
cosa tan peligrosa.
No sólo cierra la mente y su posible don de desarrollo, sino que todo
lo da
vuelta al revés, al extremo de que explica la casa por los ladrillos,
el universo por sus átomos
y su contenido, con una serie de explicaciones de bajísima calidad.
El propósito de la Masonería ha sido siempre dar Luz al hombre.
En sí mismo el hombre
es la Logia que se comunica con lo de arriba y lo de abajo. Tiene un
aspecto interno y uno
externo. Las grandes catedrales que construyeron nuestros hermanos
masones
operativos, no eran sino representaciones vagas del hombre, bellas a
medias
y no totalmente terminadas aún. Entonces fue cuando nos dimos cuenta
de nuestro grave error, y en lugar de hacer templos físicos de
piedras
y maderas, nos dedicamos a construir en nosotros los seres humanos
templos vivos, donde pudiera brillar realmente esa Gran Luz..
http://groups.google.com/group/SECRETO-MASONICO
Masonería. Para hallarla, el masón ha de diseccionarse, muy dentro de
sí mismo. Tal es, en resumen, la substancia de cuanta enseñanza trata
acerca de ella
El Universo para el masón no es únicamente aquello que nos muestran
los cinco sentidos. No únicamente la
mera escena exterior. En realidad, jamás es únicamente la escena
exterior,
sino que siempre
constituye la combinación de uno mismo con ella. No es la mera
percepción de los cinco sentidos,
de este duro mundo de la tierra, de aquel distante punto de luz en el
espacio, sino la
percepción de ideas, la captación de verdades, el darse cuenta de
significados, el ver las cosas
más familiares bajo una nueva luz, el intuir su esencia, el
experimentar sufrimiento y regocijo.
Se nos da como regalo del cielo y también como un hecho terrenal. En
su escala más
grande yace más allá
del dominio de los sentidos y se le puede discernir tan sólo
interiormente, por medio de la
comprensión.
Puede, de pronto al iniciarse masón , abrirse en el corazón o en la
mente un reino de experiencia interior
que no corresponde al mundo exterior, pero que puede interpretarlo.
Entonces nos baña la Gran Luz
de la comprensión. Luz sin falsedades, experiencia pura, luminosidad
sin sombra en la que se
desvanece la dureza del propio ser. Y vemos con la autoridad
intelectual que nos
da el significado.
Palpamos, pero sin aquel sentido de separación que el contacto físico
nos da inevitablemente.
Sentirnos en profundidad sin hablar con nosotros mismos, libres del
espejo de la personalidad
superficial. Cada experiencia de esa Gran Luz que nos crea
profundamente. Esa Gran Luz creadora que
transforma el significado de todas las cosas y que el hombre ha
buscado desde el comienzo
del tiempo. esa Gran Luz que a nadie puede engañar. Significado que
nos muestra lo que
siempre hemos sabido, pero que jamás hemos tenido la fuerza de
recordarlo. No sólo nos
sentimos creados por cada experiencia de esa Gran Luz, sino que
decimos que ella es lo que hemos
buscado siempre: este significado, esta realidad, esta dicha mal
interpretada al buscarla en mil
direcciones físicas e inútiles. Esto es lo que todos deseamos y que
la
luz externa del mundo
pretende ofrecemos, pero que jamás da. La unión que se percibe es, en
verdad, unión, la idea
oculta tras nuestras extrañas vidas de búsqueda, de nuestras vidas
incompletas.
¿Cómo se obtiene esta Gran Luz?
¿Cómo lograr esa unión con el significado?
¿A través de qué
brilla?
¿Dónde hemos de hundir el bisturí para abrirle paso?
Siempre se ha hablado de ella en Masonería. Para hallarla, el masón
ha
de diseccionarse, muy dentro de sí mismo. Tal es, en resumen, la
substancia de cuanta enseñanza trata acerca de ella. Y el hombre no
podrá hacerlo, a menos
que comience a verse a sí mismo directamente, como un nuevo
acontecimiento, como
el suceso diario de
sí mismo; sin analizarse, sin criticarse, ni como motivo de
palabrería. Esta calidad de
conciencia que conduce a la región por la que se recibe el
significado, no es la conciencia que
de ordinario tenemos. Muchas son las cosas que nos entorpecen el
camino. Primero, la fuerza
de la imaginación que nos extravía. Imaginamos que esa Gran Luz ya
la
tenemos. La
suposición imaginativa es el material psíquico con
el que puede fabricarse cualquier sustituto de la realidad. Es la
fuerza negativa más poderosa de la
vida. Luego, hemos de practicar constantemente el proceso en que la
conciencia se usa como
bisturí de disección. Y esto requiere un esfuerzo que no se precisa
para la vida en el mundo.
Por eso olvidamos con facilidad y no mantenemos vivo lo comenzado en
la empresa.
Pero, antes de que semejante cosa nos sea posible, es preciso que se
sienta la realidad de un
aspecto interno del Universo y que se sepa que este aspecto se capta
sólo a través de los
sentidos internos.
Es preciso darse cuenta de que uno vive profanamente volcado hacia
fuera, en un mundo
de efectos cuyas causas ocultas conducen a misterios más allá de la
capacidad humana de
solucionarlos.
También se ha de dar cuenta el hombre de que lleva en sí mismo
estados que le
son totalmente desconocidos.
Cuando vive bajo el dominio de los sentidos, el hombre está al revés.
Piensa que el sentido precede a la mente. Y entonces nada de lo
interior puede pertenecerle
porque ha invertido el orden natural. En última instancia, tratará
con
todo por medio de la
violencia. Pues si se toma el objeto sensorio como la ubérrima y
suprema realidad, se le puede
aplastar, dañar, violar o matar. Por este motivo es que,
psicológicamente, el materialismo es
cosa tan peligrosa.
No sólo cierra la mente y su posible don de desarrollo, sino que todo
lo da
vuelta al revés, al extremo de que explica la casa por los ladrillos,
el universo por sus átomos
y su contenido, con una serie de explicaciones de bajísima calidad.
El propósito de la Masonería ha sido siempre dar Luz al hombre.
En sí mismo el hombre
es la Logia que se comunica con lo de arriba y lo de abajo. Tiene un
aspecto interno y uno
externo. Las grandes catedrales que construyeron nuestros hermanos
masones
operativos, no eran sino representaciones vagas del hombre, bellas a
medias
y no totalmente terminadas aún. Entonces fue cuando nos dimos cuenta
de nuestro grave error, y en lugar de hacer templos físicos de
piedras
y maderas, nos dedicamos a construir en nosotros los seres humanos
templos vivos, donde pudiera brillar realmente esa Gran Luz..
http://groups.google.com/group/SECRETO-MASONICO